Cuando los bancos emitían sus propios billetes
Los billetes de euro que usamos en nuestro día a día para hacer pagos son emitidos por el Banco Central Europeo. De igual forma, los billetes de dólar son emitidos por la Reserva Federal, que es el banco central de EEUU. Estos papelitos son moneda de curso legal en sus respectivos países, lo cual quiere decir que se pueden usar para hacer compra-ventas y para liquidar deudas.
El billete no tiene apenas valor intrínseco, no es más que un trozo de papel. Tampoco da derecho a conseguir otra cosa que sí tenga valor intrínseco, ya que no es un título de propiedad ni de deuda. Tampoco genera flujos de caja, como una acción o un bono. Entonces, ¿de dónde viene su valor? Si tomas un billete de 20 euros y buscas alguna pista, encontrarás una firma. Si el billete es relativamente nuevo, esa firma será la de Christine Lagarde, actual presidenta del BCE. Por así decirlo, el billete vale lo que vale porque el banco central así lo estipula*.
*La cosa es bastante más compleja, pero no es el tema de hoy.
Después de tantos años de monopolio estatal en la emisión de billetes y monedas, nos cuesta imaginar otro tipo de arquitectura monetaria que sea compatible con sociedades tan avanzadas como la nuestra. Sin embargo, hace más de un siglo el sistema era bastante diferente al actual, y no por ello era menos sofisticado ni fue un impedimento para el desarrollo económico. Los billetes, que eran la forma de dinero más empleada, no eran emitidos por un banco central, que es lo mismo que decir que no eran emitidos por el Estado, sino que los emitían los bancos privados. Cada banco podía emitir sus propios billetes y ponerlos en circulación, de tal forma que un ciudadano podía tener en su bolsillo billetes de diferentes bancos, todos válidos para hacer compras y liquidar deudas.
En este post hablaré sobre aquél sistema monetario tan interesante y a la vez tan complejo. Me centraré en EEUU, aunque el caso de Reino Unido es bastante parecido.
El oro como base del sistema
En las décadas de 1840 y 1850 imperó en EEUU el modelo bancario conocido como Banca Libre (Free Banking*), llamado así porque cualquier ciudadano podía establecer un banco si cumplía con unos requisitos legales mínimos. Como resultado, en el país había miles de bancos, cada uno emitiendo su propio dinero en forma de billetes y depósitos. Como ya he dicho, en el Reino Unido había un modelo similar, bancos emitiendo billetes libremente, aunque existía un banco privilegiado, el Banco de Inglaterra, que por aquél entonces ya ejercía funciones de banco central a pesar de no habérsele asignado ese rol de manera formal. En cambio, EEUU no tuvo banco central hasta el siglo XX, con la creación de la Reserva Federal.
*A pesar de conocerse por ese nombre, durante este período los bancos de EEUU estuvieron bastante regulados. Una norma bastante restrictiva era la prohibición de abrir sucursales en otros Estados; un banco del Estado de Nueva York no podía abrir una oficina en Illinois.
Dado que los bancos privados creaban dinero, cabe preguntarse entonces si no era posible para un banco emitir todos los billetes que quisiera y volverse rico de la noche a la mañana. La cosa no funcionaba así, ya que los billetes eran títulos de deuda. Básicamente, cada vez que el banco emitía un billete se estaba endeudando, deteriorando su solvencia. Esta deuda se pagaba en oro, que era la base del sistema monetario, conocido como patrón oro. Por tanto, el dinero en última instancia era el oro, no los billetes.
Esto contrasta con el sistema actual, en el que el banco central puede emitir billetes a diestro y siniestro ya que esos billetes no son convertibles en nada*. Los billetes son la base del sistema monetario (junto con las reservas bancarias), por lo que, ahora sí, tiene sentido que su emisión esté monopolizada y reglamentada por el Estado. Por otro lado, aunque el dinero actual no tenga respaldo de ningún activo real, emitirlo sin control también tiene consecuencias negativas (básicamente, la inflación), pero no es el tema que nos ocupa hoy.
*Lo mismo se puede decir de las reservas bancarias, que es dinero de banco central al igual que los billetes y monedas, pero sólo pueden usarlo los bancos.
A continuación muestro un billete del siglo XIX emitido por un banco de EEUU. Veamos qué información nos da el propio billete acerca de cómo funcionaba el sistema monetario en aquél entonces.
Lo primero que nos encontramos es el nombre del banco: The Erie and Kalamazoo Rail Road Bank, uno de los miles de bancos privados que había en EEUU en el siglo XIX. Como puede verse en la parte inferior, el banco era del Estado de Michigan (ciudad de Adrian), y a la derecha, aunque con dificultad, puede verse que el año de emisión es 1853. Además, el billete tiene la firma del presidente del banco.
Respecto al diseño, se buscaba que fuera atractivo y que de alguna manera fuera el reflejo de una excelente reputación por parte del banco. Además, ya por entonces era costumbre incluir imágenes conmemorativas, también en los billetes privados; en el centro del billete aparece el fundador de la ciudad de Adrian y accionista del banco, Addison J. Comstock, aunque era muy habitual retratar a presidentes de EEUU y otros altos cargos que habían pasado por Washington desde la fundación del país.
Merece la pena señalar también que, según se desprende del nombre de la entidad, se trataba de un banco especializado en financiar ferrocarriles; de hecho, este modelo bancario fue el que financió la expansión de la red ferroviaria de EEUU en la primera mitad del siglo XIX.
Debajo del nombre del banco encontramos que se trata de un billete de cinco dólares. Por tanto, este billete es una deuda del banco por cinco dólares-oro. El billete dice así: The Erie and Kalamazoo Rail Road Bank will pay five dollars to the bearer on demand. El “bearer” es el portador, es decir, al banco no le importa quién es la persona que le presenta el billete; si tiene el billete, puede cobrar el oro. A su vez, “on demand” significa que el portador del billete puede cobrar la deuda cuando quiera, presentándolo en la oficina del banco; no hay una fecha de vencimiento como tal para esta deuda.
Mostrador de un banco. “Teller” quiere decir “cajero”.
La importancia de la cercanía
Es importante que tengamos en mente las circunstancias materiales de la época. Hoy en día movemos dinero electrónicamente y desde el teléfono móvil. A su vez, tenemos multitud de cajeros automáticos a nuestra disposición, tanto de nuestro banco como de otros, para sacar dinero. En cambio, en el siglo XIX no había bizum ni tarjeta de crédito, la gente pagaba con billetes, monedas y cheques. A su vez, si querías cobrar la deuda del banco, sólo tenías a tu disposición una oficina o unas pocas a las que acudir, aquéllas en las que fuera seguro almacenar oro. Esto limitaba el radio de actuación e influencia de los bancos, por lo que, aunque en EEUU había miles de bancos, en cada condado o incluso en cada ciudad sólo había unos pocos. Era un negocio mucho más local de lo que podemos pensar a priori.
Pongamos por caso que, en 1845, a un herrero de Virginia pretenden pagarle con un billete de un banco de Indiana. El herrero muy probablemente no sabe nada de ese banco, ya que Indiana le queda muy lejos. Echando un vistazo al billete, le parece que es auténtico y que ese banco efectivamente existe y que pagará el oro a quien le presente el billete, pero no se termina de fiar, por lo que sólo está dispuesto a aceptar el billete con un descuento. Es decir, si por el servicio prestado el herrero pide cobrar 4 dólares, el cliente con billetes de Indiana tendrá que entregar más de 4 dólares (por ejemplo, 5 dólares), para compensar al herrero por el hecho de que el banco de Indiana está lejos y no tiene reputación en Virginia.
De esta forma, en una región o ciudad había billetes que circulaban a la par, esto es, sin aplicarles ningún descuento ya que los bancos emisores eran muy conocidos y de buena reputación, mientras que los billetes de bancos distantes se negociaban con descuento. De hecho, existían manuales de valoración de billetes (banknote reporter), que se publicaban semanal o mensualmente e indicaban cuál era el descuento apropiado para cada billete, además de señalar qué billetes eran falsos. También surgió la figura del “trader” de billetes, que compraba billetes con descuento para luego viajar hasta la sede del banco emisor y cobrar el oro.
Informe Thompson sobre billetes de banco
Dadas las limitaciones materiales para cobrar el oro de bancos lejanos, aparecieron algunos bancos fraudulentos que emitían billetes que no tenían pensado pagar jamás. Se los conocía como wildcat banks (“gatos salvajes”), por tener sus oficinas lejos de los centros urbanos, en mitad del campo, donde era difícil acceder para cobrar el oro. Una vez los ciudadanos eran conscientes del riesgo de que un banco fuera un estafador, sus billetes pasaban a negociarse muy por debajo de par.
Compensación interbancaria
De forma similar a lo que sucede hoy, los bancos aceptaban los billetes (deuda) de otros bancos, aunque hay algunas diferencias importantes con el modelo actual.
Imagina que tienes tu dinero en el Banco A, y que tu amigo tiene su dinero en el Banco B. Si haces un transferencia de 100€ a tu amigo, lo que sucede es que tu amigo ve incrementarse en 100€ el saldo de su cuenta corriente en el Banco B, mientras que tú ves cómo baja en 100€ el saldo de tu cuenta en el Banco A. Es decir, una deuda del Banco A frente a ti se convierte en una deuda del Banco B frente a tu amigo*. A su vez, el Banco A tiene que transferir 100€ de reservas al Banco B; las reservas tienen hoy el mismo papel que tenía oro en el siglo XIX, son la base del sistema monetario (junto con los billetes y monedas).
*Por aclarar, las cuentas corrientes son deuda del banco frente a sus clientes. Lo explico con cierto detalle aquí.
En cambio, en el siglo XIX tú habrías pagado a tu amigo entregándole un billete del Banco A. A diferencia del modelo actual, en el que tu amigo ve incrementarse su derecho de cobro frente al Banco B (aumenta el saldo de su cuenta corriente en el Banco B), en el modelo decimonónico tu amigo puede elegir mantener su derecho de cobro frente al Banco A, simplemente conservando el billete.
Pero también puede elegir cambiar el billete del Banco A por un billete de su propio banco, el Banco B. Para ello, acude al Banco B y le entrega el billete del Banco A. El Banco B no le va a entregar oro a tu amigo, ya que el billete es una deuda de otro banco, pero, si considera que el Banco A es solvente, le cambiará el billete del Banco A por un billete emitido por él mismo, es decir, le cambiará el billete del Banco A por un billete del Banco B. Así, tu amigo saldrá del banco con un billete del Banco B, y el Banco B se quedará con el billete del Banco A.
De esta forma, y al igual que sucede en el sistema bancario moderno, una deuda del Banco A frente a ti se convierte en una deuda del Banco B frente a tu amigo. Sin embargo, en el modelo actual el Banco B no puede elegir quedarse con el derecho de cobro frente al Banco A. Cuando ordenamos la transferencia a nuestro amigo, el Banco A está obligado a transferir reservas al Banco B, no es algo opcional ni para A ni para B; la liquidación es automática. En cambio, en el modelo decimonónico el Banco B puede elegir no cobrar el billete al Banco A. Puede cobrarlo cuando quiera.
Aunque existía esta libertad, algunos bancos se ponían de acuerdo en lo que concierne a cuándo cobrarse los billetes unos a otros, y establecían cámaras de compensación (clearing house) para tal fin. Imaginemos 3 bancos, llamados A, B y C. Supongamos que, como resultado de la actividad ordinaria de estos bancos, al final de la semana cada uno de ellos termina teniendo billetes emitidos por los otros dos. En concreto:
A tiene 100 dólares de B y 300 dólares de C
B tiene 50 dólares de A y 200 dólares de C
C tiene 400 dólares de A y 250 dólares de B
En la cámara de compensación estas deudas se netean, de forma que para liquidarlas sólo hay que hacer los siguientes pagos:
A paga 50 dólares en oro a C
B paga 100 dólares en oro a C
Representación del proceso de liquidación de deudas interbancarias en una cámara de compensación.
De esta forma, se minimizaba el transporte oro, que tenía un coste y además existía el riesgo de que lo robaran por el camino. Otra ventaja nada desdeñable es que con este sistema los bancos reducían el riesgo de que otros bancos fueran acumulando billetes suyos para después, un buen día, presentarse en la oficina para cobrarlos todos de una sola vez. Por lo general, los bancos tenían oro suficiente para atender sólo unos pocos reembolsos (a continuación ahondamos en este tema), por lo que si un banco competidor se presentaba en el mostrador con una montaña de billetes para cobrar, podía enviarlo a la quiebra.
Aunque las deudas interbancarias ya no se liquidan en oro, las cámaras de compensación siguen existiendo. En EEUU está la Clearing House Interbank Payments System (CHIPS), que es una entidad privada propiedad de los bancos.
Por qué se emitían billetes
Como hemos dicho, la base del sistema monetario decimonónico era el oro. Pero hacer las transacciones sólo con oro implicaba importantes costes de almacenaje y de transporte, por lo que los billetes eran una alternativa muy conveniente. Veamos de qué maneras los bancos introducían billetes en la economía.
Una persona podía acudir con su oro al banco y cambiarlo por billetes. Por ejemplo, podía entregar 20 dólares en oro y recibir 20 dólares en billetes. Aquí hay que tener muy claro que el banco no estaba entregando certificados de posesión de oro, es decir, el negocio del banco no era guardar el oro de los clientes en una caja fuerte y emitir billetes que “representaran” ese oro. En realidad, al entregar el oro al banco, el cliente estaba haciendo un préstamo al banco. El banco podía usar el oro de los clientes para lo que estimara conveniente, pero siempre tenía que tener suficiente almacenado para atender las peticiones de reembolso. El banco estimaba cuánto oro entraba o salía cada día o cada semana, y en función de esa expectativa mantenía más o menos oro en el almacén.
Por tanto, bajo este modelo el banco puede tener menos oro almacenado de lo que suman los billetes (y depósitos) emitidos. Recordemos que los billetes no representan oro, sino que son un derecho a cobrar oro, son una deuda del banco. A este modelo de banca se le denomina reserva fraccionaria, ya que las reservas de oro son una fracción de los billetes y depósitos. El principal inconveniente de este modelo es que, si todos los clientes acudieran a la vez al banco para cobrar, el banco no tendría suficiente oro para pagar a todos, y éste fue el motivo por el que sucedieron varias crisis bancarias a lo largo del siglo.
El modelo de reserva fraccionaria sigue imperando a día de hoy, ya que los bancos no tienen suficientes reservas (dinero de banco central) para respaldar todos los depósitos que han creado. De hecho, si hace 200 años era normal que los bancos de EEUU mantuvieran 20 dólares de reservas por cada 100 dólares de pasivos a demanda (billetes y depósitos), antes de la crisis de 2008 era difícil que este ratio alcanzara el 5% (después, con los quantitative easing la cosa cambió y los bancos se vieron inundados en reservas). Esto es posible gracias al banco central, que proporciona liquidez a los bancos cuando éstos no tienen suficiente para atender a todos los reembolsos. Aun así, siguen sucediendo pánicos bancarios, como vimos en EEUU el pasado mes de marzo con la quiebra del Sillicon Valley Bank y otras entidades.
Quiero incidir en que, además de billetes, los bancos también emitían depósitos, que es lo que siguen haciendo hoy en día. Tanto los billetes como los depósitos eran deuda a la vista o a demanda, es decir, el cliente podía cobrar cuando quisiera simplemente presentándose en la oficina del banco. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede hoy, en aquél entonces los depósitos por lo general no se empleaban como dinero, ya que se requería que el beneficiario del depósito expidiera cheques contra el mismo y que las personas que recibían el cheque se fiaran de él (además de fiarse del banco, claro está). En cambio, los billetes eran al portador, por lo que sólo era necesario fiarse del banco.
Notas: En azul se señalan las deudas a la vista es decir, aquéllas que son exigibles cuando el acreedor así lo decida. En este ejemplo, el banco tiene un ratio de reservas o coeficiente de caja del 16% (40 dólares de oro respaldando 250 dólares de deuda a la vista).
Otro motivo por el que los bancos decimonónicos emitían billetes era como contrapartida en el descuento de letras o facturas. Expliquemos esto con un ejemplo.
John es un vendedor de pieles mayorista en Boston. Vende las pieles a comerciantes locales, para que fabriquen las prendas que terminarán vendiendo en los mercados de la ciudad. Jacob es uno de estos empresarios textiles; compra un cargamento de pieles a John por importe de 30 dólares, pero no paga en el momento, sino que emite una letra de cambio por 30 dólares con vencimiento dentro de 1 mes.
Si John no quiere esperar un mes para cobrar los 30 dólares, puede acudir al banco y descontar la letra. Descontar quiere decir que John recibirá un importe inferior a 30 dólares a cambio de poder contar con el dinero hoy. En el banco pueden darse dos escenarios. El primero es que el banco descuente la letra a cambio de oro; por ejemplo, le entrega 28 dólares en oro a John, y un mes después cobrará los 30 dólares en oro de Jacob, ganando 2 dólares.
Pero otra posibilidad es que el banco, en lugar de entregar oro a John, le entregue billetes emitidos por el propio banco. Estos billetes dan derecho a su portador a cobrar oro, presentándolos en la oficina. Debido a la buena reputación del banco en la ciudad, John puede usar estos billetes como dinero en su día a día en lugar de usar oro, que lleva aparejados unos costes mucho más altos. Además, dado que con este esquema el banco no tiene que desprenderse de oro, está dispuesto a rebajar el descuento; así, en lugar de entregar 28 dólares en oro, entrega 29 dólares en billetes.
Sin embargo, cobrar en billetes también tiene algunos inconvenientes para John, y es que en lugar de tener oro en el bolsillo, tiene unos títulos de deuda. Además del riesgo de que el banco no pague el oro si se desea cobrar los billetes, existe la posibilidad de que algunas personas con las que John hace transacciones no se fíen del banco o no lo conozcan, negándose a aceptar sus billetes o aceptándolos con descuento. Vemos por tanto que cada forma de dinero tenía sus ventajas e inconvenientes.
Con la operación que acabamos de describir (letra a cambio de billetes), el banco cambia una deuda por otra*. Esto es lo mismo que hacen los bancos en la actualidad, con la gran diferencia de que en el siglo XIX los bancos emitían pasivos a demanda (billetes, depósitos) para financiar letras con vencimiento muy cercanos y respaldadas por activos muy demandados y fáciles de vender (alimentos, textiles), mientras que ahora los bancos emiten pasivos a demanda (cuentas corrientes) para financiar hipotecas a 30 años. Esto los coloca en una situación de extrema iliquidez, ya que sus pasivos son exigibles en cualquier momento, pero sus activos no se cobrarán hasta dentro de varios años, o para venderlos puede que tengan que asumir terribles descuentos. Ahí tenemos el caso de Sillicon Valley Bank y su desdichada cartera de bonos.
*Como diría Perry Mehrling, all banking is a swap of IOUs (“Toda actividad bancaria consiste en un intercambio de deudas”). “IOU” viene de “I owe you” y es una forma de referirse a la deuda. Si te interesan los temas monetarios, te recomiendo encarecidamente el curso Economics of Money and Banking impartido por este profesor (Coursera).
Para que el sistema bancario actual no colapse existe el banco central, que presta dinero o compra activos a los bancos con problemas de liquidez. Hay que decir que en el siglo XIX, antes de que existiera la banca central como la conocemos hoy, ya había bancos grandes y con músculo financiero que actuaban como “banco de bancos”, pero su capacidad de influir en el sistema era mucho más limitada que la de los bancos centrales actuales.
La transición hacia la banca central moderna
Sobre por qué tenemos bancos centrales se pueden escribir infinidad de posts. A continuación resumo algunos motivos, sin entrar a valorar su legitimidad.
En primer lugar, se acusaba al modelo de banca libre descentralizado de generar inestabilidad, ya que había pánicos bancarios recurrentes. Por eso era necesario un banco de bancos que impidiera que los pánicos se extendieran, o que directamente los evitara al transmitir confianza. Pero, por otro lado, algunos argumentaban (y argumentan) que el problema residía en la reserva fraccionaria, y otros decían que el problema estaba en la regulación bancaria. Tanto unos como otros defendían que en realidad no era necesario un banco central.
Otro motivo por el que existe el banco central es porque el Estado necesitaba un banco “amigo” que le ayudara a financiar las guerras y el gasto público en general. Para ello, concedió privilegios a uno o a unos pocos bancos a cambio de que éstos fueran generosos con el crédito, y como resultado de los sucesivos privilegios estos bancos acabaron teniendo el control del sistema monetario. Esto fue lo que pasó con el Banco de Inglaterra.
Otra explicación es que los bancos privados querían ganar más dinero deteriorando más su liquidez, es decir, endeudándose cada vez a un menor plazo e invirtiendo cada vez a un mayor plazo (cuanto mayor es el plazo, mayor es la rentabilidad). Para no asumir el riesgo inherente a esa práctica, utilizaron su poder e influencia en las instituciones para que se constituyera un banco central que actuara como prestamista de última instancia. Más o menos así fue como surgió la Reserva Federal de EEUU a principios del siglo XX. Este modelo es cierto que ha beneficiado a los banqueros, pero también ha aumentado la disponibilidad de crédito para la economía real. Como contrapartida, también ha alimentado burbujas especulativas, con resultados en ocasiones desastrosos.
Cada país tuvo su propia hoja de ruta para establecer un banco central, pero hay algunos elementos comunes. La legislación fue restringiendo cada vez más la capacidad de los bancos privados para emitir billetes, reservando este derecho a uno o a unos pocos bancos privilegiados. Por ejemplo, en el siglo XIX se le concedió al Banco de Inglaterra el monopolio de la emisión de billetes en Reino Unido, y en EEUU se fueron endureciendo paulatinamente los criterios para poder ser un banco emisor de billetes, hasta el punto de que en el siglo XX sólo los bancos de la Reserva Federal podían hacerlo.
Dado que los billetes eran el medio de pago más utilizado, lo que los bancos no privilegiados tendieron a hacer fue entregar sus reservas de oro a los bancos privilegiados, a cambio de billetes de estos bancos. Así los bancos no privilegiados podrían seguir proporcionando billetes a sus clientes, aunque no fueran emitidos por ellos. Fue así como se fue avanzando hacia un modelo en el que los bancos privados no emitían billetes pero sí depósitos, y estos depósitos no se pagaban en oro, sino en billetes de otros bancos más importantes. Estos bancos más importantes cada vez más actuaban como bancos de reserva, acumulando el oro del sistema monetario (el nombre de “Reserva Federal” no es por casualidad).
Por tanto, entre el modelo de banca libre decimonónico y el modelo actual hubo un tiempo en que los bancos privados emitían depósitos liquidables en billetes de otros bancos, y a su vez estos billetes eran liquidables en oro. Tras sucesivos cambios legislativos, los grandes bancos de reserva finalmente dieron paso a la figura del banco central. Por último, cuando finalmente se abandonó el patrón oro en el siglo XX, el dinero del banco central desplazó al oro como base del sistema.
Y así llegamos al modelo actual, en el que los bancos privados no emiten billetes pero sí depósitos (cuentas corrientes), y estos depósitos dan derecho a cobrar dinero de banco central. Pero el dinero de banco central, como ya sabemos, no da derecho a cobrar nada. Ésta es una explicación muy simplificada, pero creo que sirve para hacerse una idea general de cómo fue la transición monetaria, desde el oro como dinero último hacia un modelo en el que todo el dinero es una criatura de la banca, ya sea de los bancos privados o del banco central.
Soy de la opinión de que entender el pasado nos ayuda a entender el presente, y sobre todo nos sirve para reflexionar sobre hasta qué punto el sistema en el que vivimos es tan idóneo o tan inevitable como a veces nos intentan hacer creer.